“No me compro ese vestido porque deja ver mis codos, no voy a una piscina pública porque la gente me mira, si me presentan a alguien evito dar la mano para que no note lo que me ocurre”… pensamientos como esos pasan cada día por la cabeza de las personas que tienen psoriasis.

La psoriasis afecta al 2,3% de la población mundial. En España 1.080.000 personas tienen este diagnóstico. Es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, de origen autoinmune. Hay varios tipos, pero el más habitual es la psoriasis en placas, en la que vemos grandes placas rojas y con descamación blanquecina en codos, rodillas, sacro, cuero cabelludo, abdomen, espalda… y si es muy extensa por todo el cuerpo, distribuida de forma simétrica en ambos lados. Puede afectar también a las uñas y las articulaciones.

Tratamientos a día de hoy hay muchos. No curativos sino para mantener la psoriasis controlada. Dependiendo de la extensión y severidad disponemos de menos a más de tratamientos  aplicados (cremas hidratantes y cremas con corticoides y calcipotriol) o tratamientos orales con fármacos inmunosupresores y fármacos biológicos que normalmente son pinchados. Y ojo, los corticoides no deben ser administrados por vía sistémica (ni orales ni pinchados) por riesgo de rebote al suspender el tratamiento. El clima húmedo, el agua del mar y el sol (con protección, ya sabéis) van muy bien, por eso es recomendable ir a la playa.

No se conoce la causa, pero sí se sabe que tiene predisposición genética y podría haber desencadenantes como algunos fármacos, infecciones  o  estrés.

Lo que está claro, es que como muchas enfermedades que se hacen visibles a la piel, no solamente afecta a este órgano sino también a nuestra mente. Las placas rojas y descamativas, grietas, dolor, molestias, son síntomas que según los estudios afectan a la calidad de vida del 68% de los pacientes con psoriasis. 36% reconoce que reducen su autoestima. Esto acaba afectando a su día a día, su actividad profesional y sus relaciones personales.

Y ya para finalizar solamente quiero destacar una cosa: para todos aquellos que miran con recelo a los pacientes con estas lesiones en la piel, para todos los que prefieren otro sitio en el autobús… no olvidéis que la psoriasis NO es contagiosa. Es sencillamente una condición de la piel.

La piel es nuestra carta de presentación y va con nosotros allá donde vayamos, siempre insisto en que hay que cuidarla cada día, escucharla y entenderla… quien mejor sabe hacer eso será tu dermatólogo. Para mí es, no solo un reto, sino además una gran satisfacción poder ayudar a mis pacientes a conocer su piel, cuidarla, saber tratarla y sobre todo ayudarlos a sentirse mejor y más seguros de sí mismos.