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Un dolor agudo en el cuello puede ser causado por inflamación en el tiroides aunque no se tengan antecedentes de enfermedades en esta glándula

Ante la presencia de un dolor de garganta, fiebre y malestar generalizado, lo primero en lo que se suele pensar es que los síntomas son causados por una infección respiratoria ya sea un simple catarro o bien una infección gripal. Pero los virus no solo son capaces de infectar las amígdalas, la faringe, los bronquios o los pulmones, también tienen capacidad de invadir y atacar la glándula tiroidea. Es lo que se conoce como tiroiditis subaguda de De Quervain, que se inicia como una infección del tiroides y que posteriormente se extiende hacia el aparato respiratorio superior .

La infección del tiroides por un virus es más frecuente en mujeres y en la época de verano y otoño

Esta infección es más frecuente en el sexo femenino en torno a la década de los 40-50 años y suele aparecer siguiendo un patrón estacional, siendo más frecuente en verano y en otoño. También parece existir una cierta susceptibilidad genética, pudiendo ser más frecuente en familias con una determinada variabilidad en los genes. Se han identificado distintos virus entre los responsables del proceso destacando entre ellos el de la gripe o las paperas.

La destrucción por el virus de los almacenes de hormonas tiroideas provoca una salida masiva de hormonas al torrente circulatorio

El virus invade y destruye los folículos del tiroides en los cuales están almacenadas las hormonas tiroideas, produciéndose con ello una liberación masiva de dichas hormonas hacia el torrente circulatorio y siendo las responsables con su salida del cuadro clínico y analítico que presenta el paciente.

El síntoma más frecuente que presentan los afectados por una tiroiditis subaguda es dolor en el cuello, en la zona donde habitualmente se sitúa el tiroides y que, con el paso de los días, va ascendiendo hasta la garganta, mandíbula y oídos, recordando a las molestias que se tienen en un cuadro catarral o una gripe. El dolor puede ser brusco y desaparece en 1 o 2 días, aunque también puede permanecer varias semanas con una intensidad variable. Aunque generalmente comienza siendo unilateral, en pocos días acaba extendiéndose al lado contrario.

Los síntomas pueden recordar a una infección respiratoria como una gripe, pero destacan el intenso dolor en el cuello y las palpitaciones

El síntoma más frecuente y significativo es el dolor en el cuello, pero no aparece de manera aislada sino que suele estar precedido un cuadro clínico pseudogripal que recuerda a una infección de vías respiratorias altas consistente en malestar general, cansancio, dolores musculares, temperatura de 37-38 ºC, molestias al tragar y dolor de garganta. De ahí que en ocasiones se confunda con un simple constipado. Si palpamos el cuello, el tiroides se encuentra endurecido y la piel que lo cubre puede tener un color enrojecido.

En función de lo que el virus destruya el tiroides y de la cantidad de hormonas tiroideas que, en consecuencia, lleguen al torrente circulatorio, ya en esta primera fase aguda del proceso el paciente puede manifestar síntomas compatibles con un hipertiroidismo: ansiedad, insomnio, palpitaciones, irritabilidad, pérdida de peso

Si la destrucción de la glándula persiste y es mayor, la consecuente liberación masiva de hormonas tiroideas puede agotar temporalmente la producción hormonal de la glándula tiroides y evolucionar clínica y analíticamente hacia una entidad opuesta como es el hipotiroidismo. En cualquier caso, se trataría de un hipotiroidismo transitorio que desaparecería conforme el tiroides se recupera y restablece la síntesis normal de hormonas tiroideas.

La presencia de cansancio persistente y fiebre sin foco identificado debe hacer pensar en esta patología

Los síntomas suelen ser muy evidentes y muy característicos de la enfermedad, pero también se debe pensar en ella cuando las manifestaciones no son tan explícitas como os he comentado anteriormente. Por ejemplo, cuando se presenta en forma de fiebre persistente de origen desconocido, con un cuadro continuado de cansancio, pérdida de peso y falta de apetito o los síntomas recuerdan a los observados en el transcurso de una enfermedad articular.

Si en algún momento comenzamos con estas manifestaciones, y en función del grado e intensidad de las mismas, la primera medida será acudir al médico de cabecera o bien al servicio de urgencias si los síntomas fueran de mayor gravedad (fiebre que no desciende, palpitaciones severas, diarrea y pérdida de peso…)

Los síntomas del paciente y una analítica de sangre suelen ser suficientes para sospecha el diagnóstico

En una primera analítica ya se tiene bastante información que nos orienta a esta enfermedad:

  • El dato más característico y diferenciador de otros problemas de tiroides es la elevación de la VELOCIDAD DE SEDIMENTACIÓN GLOMERULAR o VSG, que representa una medida indirecta del grado de inflamación que hay en el organismo como consecuencia de la infección por el virus.
  • Las hormonas tiroideas también están elevadas (como consecuencia de la destrucción de la glándula tiroides) y la TSH suprimida.
  • Puede incluso existir un cierto grado de anemia sin déficit de hierro asociado.
  • A diferencia de una enfermedad del tiroides producida por un proceso inmunológico, que es lo más frecuente en el hipertiroidismo (producido por la enfermedad de Graves) o el hipotiroidismo (asociado a la enfermedad de Hashimoto), en los datos analíticos de esta patología, los anticuerpos antitiroideos aparecen negativos en más del 85 % de los casos excluyendo un cuadro autoinmune como responsable del proceso.

A diferencia de un catarro normal o una infección respiratoria no complicada en la que el diagnóstico es fundamentalmente clínico, en la tiroiditis subaguda, la clínica o síntomas del paciente son muy importantes para identificarlo, pero lo es de igual manera la información aportada por una analítica de sangre, así como con las pruebas de imagen que se realizan.

La gammagrafía de tiroides es una prueba de medicina nuclear que muestra con imágenes si la glándula tiroides está funcionando en exceso

La prueba de imagen más útil para el diagnóstico de esta enfermedad es la gammagrafía con yodo radioactivo centrada en la glándula tiroides. A diferencia de otras tiroiditis o inflamación de la glándula, cuando la causa que la altera es la infección y destrucción por un virus, es característica la ausencia de visualización de la glándula tiroides en las imágenes mostradas con la gammagrafía, debido a que el virus ha destruido el tejido tiroideo subyacente durante el proceso inflamatorio y no está funcionando correctamente. Este dato revela importante información a la hora de establecer el diagnóstico y poderlo diferenciar de otras entidades que también afectan al tiroides y que se caracterizan por aumento de actividad de la glándula.

Establecer el diagnóstico correcto es muy importante en esta enfermedad, así como entender las causas que la provocan y su curso natural, con el propósito de evitar medicar al paciente utilizando fármacos innecesarios y que estarían indicados en otras enfermedades del tiroides.

El tratamiento se realiza con analgésicos y suele resolverse por completo en 1-2 meses

Pese a lo llamativo de los síntomas del paciente, el tratamiento es muy sencillo y consiste en la administración de Antiinflamatorios no esteroideos (AINES) tipo Ibuprofeno, Diclofenaco, Ácido acetilsalicílico, Indometacina… cada 8 horas y con un poquito de comida para tener una mejor tolerancia.

El malestar general y el dolor suelen desaparecer en 24 horas. No obstante, en ocasiones es necesario complementar el tratamiento con corticoides orales como la prednisona y que son altamente eficaces, de tal manera que, si pasados tres días de iniciado el tratamiento con corticoides, los síntomas no desaparecieran, habría que empezar a pensar en otra patología.

Cuando los síntomas derivados del excesos de hormonas tiroideas (palpitaciones, temblor, ansiedad) son muy intensos, se añade al tratamiento con corticoides un fármaco betabloqueante como el propanolol cada 8 horas, que ayuda a disminuir las manifestaciones físicas más intensas hasta que se resuelva el proceso .

La enfermedad pasa por una serie de fases con tendencia a la resolución completa a los 5 meses del tratamiento 

La evolución general es hacia la curación espontánea en unos 4-6 meses. La enfermedad transcurre siguiendo una serie de fases siendo la más sintomática la que tiene lugar al comienzo de la enfermedad. Esta primera etapa suele durar de 1 a 2 meses y se caracteriza por la presencia de dolor en el cuello, cuadro pseudogripal y las manifestaciones secundarias a la liberación excesiva de hormonas tiroideas (sudoración, palpitaciones, ansiedad). Además, en la analítica aparece elevada la VSG y se confirma un ascenso de las hormonas tiroideas con los anticuerpos negativos.

Posteriormente, aparecería una etapa de meseta o estabilización de los síntomas en la que el tiroides progresivamente va recuperando su función y en la que las hormonas tiroideas comienzan a normalizarse en la sangre. Un pequeño porcentaje de pacientes, en torno a un 5 %, pueden evolucionar hacia un hipotiroidismo permanente y necesitar tratamiento sustitutivo con Eutirox de por vida. Pero la mayoría de los pacientes evolucionan hacia la remisión espontánea y definitiva de la enfermedad con normalización de las pruebas funcionales del tiroides a los 2 meses del tratamiento.

Así, pese a lo llamativo de los síntomas que se manifiestan en la enfermedad, si se realiza un diagnóstico correcto al inicio del proceso y se prescribe el tratamiento médico adecuado y el seguimiento posterior, la curación es en la mayoría de los casos completa y sin secuelas posteriores. Lo importante es acudir siempre al médico ante la presencia de un dolor intenso en el cuello unido a pérdida de peso, palpitaciones y fiebre que no cesa con la medicación.

Aunque no lo sospechemos, el tiroides puede estar detrás.