La diabetes mellitus tipo 2 es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por una producción deficitaria de insulina y/o una resistencia a la acción de esta insulina por parte de las células del organismo. La consecuencia es que el azúcar en sangre permanece por encima de los límites normales durante todo el día dando lugar a hiperglucemia permanente.

A diferencia de la diabetes tipo 1, la diabetes tipo 2 se presenta con más frecuencia en pacientes mayores o de edad avanzada y la obesidad y el sedentarismo juegan un papel muy importante entre los factores que la pueden desencadenar.

Es por ello, y a diferencia de nuevo de la tipo 1, que en muchos casos este tipo de diabetes se puede prevenir e incluso revertir si se mantiene una alimentación equilibrada y saludable y se practica ejercicio físico moderado con regularidad.

La administración de insulina no siempre es necesaria en la diabetes mellitus tipo 2

El tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 también difiere de la tipo 1, ya que la administración de insulina subcutánea no siempre es imprescindible para el control de la enfermedad , como sucede en la tipo 1, y en estadios iniciales o leves de la enfermedad puede ser controlada, e incluso revertida, con una alimentación saludable y ejercicio físico de manera regular.

Hasta hace unos años , el tratamiento farmacológico básico de la diabetes tipo 2 se basaba en los llamados antidiabéticos orales, siendo necesario combinarlos con insulina cuando no eran suficientes para controlar la enfermedad.

La insulina es un medicamento que imita el mecanismo de acción de la insulina natural que produce nuestro páncreas y que introduce el azúcar de la sangre en el interior de las células para obtener energía.

  • En pacientes que no tienen diabetes, la insulina es segregada cuando comemos y en una proporción adecuada al azúcar que ingerimos.
  • En los pacientes diabéticos, su insulina natural se produce en cantidad insuficiente con respecto al azúcar que incorporan con la dieta pudiendo darse además una resistencia a su trabajo por parte de las células del organismo. En consecuencia el azúcar va aumentando en la sangre.

El tratamiento con antidiabéticos orales trata de disminuir esa resistencia a la insulina y /o facilitar la entrada del azúcar en el interior de las células . Pero en determinadas circunstancias, como una intolerancia o fracaso de la medicación oral, es necesario completar el tratamiento administrando la insulina desde fuera .

La insulina aumenta el riesgo de hipoglucemia y exige un control más estricto de la glucemia y la alimentación

En función de cada paciente, esta insulina puede administrarse una única vez al día y/ o varias veces antes de las comidas principales. Esto obliga al paciente a tener que llevar un control muy riguroso de sus niveles de azúcar así como prestar la máxima atención posible a la  alimentación para ajustar las dosis de insulina.

Actualmente existen nuevos tratamientos que pueden complementar y en ocasiones sustituir a los antidiabéticos orales sin tener que llegar al punto de optimizarlos con la administración de  insulina, aunque sí es importante recordar que siempre existen casos en los que la insulina va a seguir siendo imprescindible e insustituible .

Como la insulina, estos nuevos antidiabéticos también se administran vía subcutánea, pudiendo hacerse desde 1-2 veces al día hasta únicamente una vez a la semana.

Los nuevos antidiabéticos permiten controlar el azúcar, el peso y las cifras de colesterol

Entre estos nuevos fármacos se encuentra Exenatida, que es un medicamento que actúa incrementando la secreción de insulina por parte de las células beta del páncreas en función del azúcar que tomemos en la dieta. Además, enlentece el vaciamiento gástrico, favoreciendo que los azúcares de la digestión alcancen lentamente el torrente sanguíneo y evitando subidas bruscas de la glucosa en sangre. Se administra 2 veces al día vía subcutánea en el muslo, abdomen o en la parte superior del brazo, dentro de los 60 minutos antes de desayuno y cena y, a diferencia de la insulina, la dosis de la inyección es fija. Requiere, por tanto, un menor control de los niveles de glucosa con respecto a la insulina y salvo que  se combine con ésta u otros antidiabéticos orales, no existe a penas riesgo de hipoglucemia. Los efectos secundarios son principalmente gastrointestinales sobre todo náuseas y vómitos.

Liraglutida es un fármaco similar pero tiene la ventaja de que se administra una única vez al día. El mecanismo de acción,  resultados médicos y efectos secundarios son los mismos. Además, ambos fármacos ayudan a bajar de peso, reducen los niveles de colesterol malo y aumentan las cifras de colesterol bueno o HDL e incluso pueden mejorar las cifras de tensión arterial. Como Exenatida, Liraglutida no requiere autocontrol glucémico para ajustar la dosis de administración, ya que siempre se pone una dosis fija, pero hay que estar más pendiente si se combina con otros antidiabéticos orales y llevar un  control inicial de la glucemia.

Existen nuevos antidiabéticos cuya duración prolongada permite una administración semanal

Por último os comentaré la Dulaglutida. Pertenece al mismo grupo farmacológico que los anteriores y los resultados médicos,  efectos secundarios y forma de administración son los mismos. Sin embargo, su particular composición hace que tenga una vida media más larga, el organismo tarde más en eliminarla y el tiempo que esté trabajando sea mayor, pudiendo administrarse una vez a la semana únicamente. Tampoco requiere autocontroles periódicos de glucosa y la dosis de administración es fija, pero sí se tiene que estar pendiente si se administra con insulina o con otros antidiabéticos orales ya que aumenta el riesgo de hipoglucemia.

En resumen, los tres son fármacos que optimizan los resultados de los antidiabéticos orales y de la insulina aportando además mejoras sobre otras complicaciones que son generalmente comunes en los pacientes con diabetes  como la elevación de las cifras de colesterol, la tensión y la obesidad.

Y siempre será necesario ponerse en manos del especialista para que valore, según el caso particular de cada paciente, el tratamiento o combinación de medicamentos que mejor resultan para el control de su enfermedad.