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Distensión abdominal, vientre hinchado a lo largo del día o digestiones pesadas son síntomas que se repiten con frecuencia en el día a día de muchos de nuestros pacientes. Y no es de extrañar: en general, la tendencia es dedicar cada vez menos tiempo al momento de la comida, hacerlo de manera precipitada y recurriendo en muchas ocasiones a alimentos procesados con abundantes conservantes, colorantes y fáciles de preparar.

Si los alimentos no se mastican correctamente, se dificulta la digestión

Si comemos muy deprisa y sin dar el tiempo necesario al proceso de masticación, por una parte, estaremos facilitando la entrada de aire con el alimento que comemos y, por otra, estaremos dificultando la formación correcta del bolo alimenticio, llegando la comida hasta el estómago casi sin digerir y forzando al resto del tubo digestivo a tener que invertir más tiempo en la descomposición y absorción de los diferentes nutrientes. La digestión comienza en la boca. Y cuanto más prolongada y complicada sea la digestión, más gases y ácidos segregará nuestro aparato digestivo para digerirlos y más sensación de distensión abdominal y flatulencia  podremos ir percibiendo en  las horas posteriores al proceso digestivo.

Cuanto más dure la digestión, más ácidos se producen y más gas se genera

Además, los alimentos más procesados, con más grasas, salsas y carbohidratos y que son, en general, a los que se recurre cuando tenemos que comer con velocidad, requieren un mayor tiempo de digestión para descomponerse por completo, contribuyendo de esta manera a la sensación de pesadez tras las digestiones que comentábamos anteriormente y dando lugar a la distensión abdominal generada por los gases que se han ido produciendo

La enfermedad celíaca o la intolerancia a la lactosa pueden ser la causa de la distensión abdominal

En otras ocasiones, la causa de la flatulencia y la distensión abdominal viene condicionada no por la forma o el modo en que comemos, sino por el tipo de alimento que consumimos, y a los que podemos ser intolerantes sin saberlo, como sucede en los pacientes celíacos, con sensibilidad al gluten o con intolerancia a la lactosa. Se necesita un análisis médico para su diagnóstico, pero muchas veces el mismo paciente puede intuirlo si al retirar el alimento sospechoso de la dieta comienza a notar una notable mejoría de la sintomatología anterior.

En cualquier caso, deberá acudir a su médico digestivo para realizar el diagnóstico preciso y de confirmación y que le indique las pautas necesarias a seguir para continuar con una dieta equilibrada a pesar de la restricción de determinados alimentos.

Los problemas intestinales, como la colitis ulcerosa, colon irritable o la Enfermedad de Crohn también pueden ser la causa del abdomen hinchado.

No obstante, estas enfermedades se acompañan de otros síntomas característicos como dolor abdominal, cambios en el ritmo intestinal alternando períodos de estreñimiento y diarrea,  sangrado en las heces… El médico digestivo se encarga de realizar la batería de pruebas necesarias para un diagnóstico correcto y pautará el tratamiento necesario para paliar los síntomas siendo fundamental la combinación del   tratamiento médico con unas pautas dietéticas específicas.

Existen trastornos digestivos que no son causa de una alteración concreta

Es el caso del síndrome de Intestino Irritable, que es identificado mediante un diagnóstico de exclusión al que se llega tras haber descartado otras enfermedades digestivas y haber realizado las pruebas necesarias para un correcto estudio del aparato digestivo.

Es decir, el síndrome de Intestino Irritable se considera  un trastorno  funcional, en el que no se encuentra ninguna alteración orgánica o bioquímica que justifique los síntomas del paciente y en el que parece que el estrés combinado con una mala alimentación podrían agravar las manifestaciones.

El paciente se queja de digestiones pesadas sin saber identificar claramente qué alimento es el que le produce mayores molestias y además suele alternar períodos de estreñimiento con otros de diarrea.

Llevar un diario de comidas ayuda a identificar los alimentos peor tolerados en el síndrome de Intestino Irritable

No existe un tratamiento específico y se recomienda mantener una regularidad en las comidas, evitar ingestas abundantes y copiosas y prescindir de los azúcares refinados y las grasas saturadas.

Tiene bastante utilidad elaborar una lista de los alimentos que a priori hemos identificado que nos han producido más molestias intestinales al tomarlos, así como la forma en la que estaban elaborados o el grado de estrés que teníamos cuando los consumimos. La idea es volverlos a tomar un día de menos estrés, como en el fin de semana, para comprobar si se repiten esos síntomas.

De esta manera podremos ir estableciendo el grado de influencia que pueden tener los nervios en las molestias digestivas o si hay determinados alimentos que nuestro cuerpo no procesa del todo bien y deben ser reducidos de nuestra alimentación.

Nuestras propias bacterias también pueden producir problemas digestivos

En ocasiones, la causa de la distensión abdominal y las digestiones pesadas se debe a una bacteria que habita habitualmente entre las células de la mucosa gástrica. Se llama Helicobacter pylori y es un microorganismo que ha aprendido a sobrevivir en las condiciones adversas que le brinda el aparto digestivo.

Se transmite de persona a persona y también fecal-oral y, aunque reside habitualmente en la mucosa que rodea las células de la cavidad gástrica, su número aumenta con la edad y en personas con nivel socio-económico más bajo.

Cuando alcanzan un número elevado en el estómago, comienzan a producir los síntomas que comentábamos anteriormente, como digestiones pesadas, gases, distensión abdominal… La curación pasa por un diagnóstico correcto y tratamiento antibiótico específico durante 7 a 10 días para conseguir que disminuya de nuevo a su número habitual en el tubo digestivo (estómago).

Y tener unas buenas bacterias intestinales mejora las digestiones y la distensión abdominal

Un aspecto básico para disfrutar de una buena salud intestinal es tener en buen estado la flora intestinal. Tanto si la distensión abdominal es producida por un problema digestivo concreto o bien es el resultado final de unos malos hábitos alimenticios, tener una buena flora intestinal va a mejorar notablemente las digestiones pesadas y los síntomas de hinchazón a lo largo del día.

Estas microbacterias se encargan de digerir correctamente los nutrientes que comemos con los alimentos y facilitan, así, su absorción y paso al torrente sanguíneo, además de evitar que proliferen otras bacterias perjudiciales para la salud y de reforzar nuestro sistema inmunológico.

Si nuestra flora está en plena forma, las digestiones serán menos costosas y pesadas, disminuyendo de esta manera la producción de gases, ayudando a prevenir el estreñimiento y favoreciendo una absorción más completa y beneficiosa de los nutrientes que comemos. Estaremos en plena forma,vamos.

Una alimentación equilibrada y hábitos de vida saludables son la base para mantener una buena flora intestinal. Esto incluye evitar el alcohol y el tabaco, así como los alimentos procesados, grasas saturadas y azúcares refinados.

Además, en nuestra dieta no deben faltar los llamados probióticos y prebióticos, ingredientes no digeribles que ayudan a regenerar la flora intestinal o la enriquecen directamente, como es el caso de los probióticos (microorganismos vivos), que podemos encontrar en fruta, verdura, legumbres, cereales integrales, bebidas fermentadas como el kéfir y yogures.

Realizar de manera constante buenos hábitos alimenticios es clave para mantener el peso y evitar los problemas digestivos

Si mantenemos de manera rutinaria una correcta alimentación, realizando sutiles modificaciones en la dieta diaria, podemos obtener importas mejoras digestivas y que repercutan en nuestro beneficio físico y emocional. Os sugiero algunas recomendaciones:

  1. Cocinar las verduras más flatulentas o las legumbres en forma de puré las hace más digestivas y tolerables: las legumbres en general producen bastante flatulencia, incluidos los guisantes. No deben eliminarse de la alimentación, ya que son ricas en fibra, proteínas, vitaminas y minerales, pero hay que reducir su consumo a unas 5 cucharadas soperas una vez cocinadas y disminuir  la ingesta a unas 2-3 veces por semana. También se puede optar por su versión más digestiva, como es la quinoa o tomarlas batidas en puré, ya que así producen menos gases.
  2. Dentro de  las verduras y hortalizas, la col, coliflor, coles de Bruselas, repollo o la lechuga, así como la patata, rábanos o la cebolla cruda producen más gases en el proceso de la digestión. Es mejor reducir la cantidad que tomemos y combinarlos con otras verduras menos flatulentas, como acelgas, canónigos o el apio, o bien cocinarlas en forma de puré.
  3. Pasta, arroz, patatas y legumbres: es preferible tomarlas en reducida cantidad y acompañadas de verduras: aunque la pasta, el pan y el arroz integral aportan vitaminas, minerales, fibra y energía, a lo largo del día,  cuando se elaboran con harinas integrales pueden resultar más flatulentos, por lo que, si se tiene tendencia a la distensión abdominal y a los gases, es preferible optar por la versión no integral y reducir la cantidad. Como en el caso de las legumbres, conviene acompañarlos de verduras y evitar cocinarlos con salsas, grasas o alimentos muy procesados .
  4. La manzana es muy digestiva, previene el estreñimiento y la distensión abdominal. También el plátano, el kiwi o el mango (por su potente efecto diurético) resultan muy beneficiosos. En cambio, hay determinadas frutas que pueden producir más gases, como parece ser el caso de las uvas pasas o las ciruelas.
  5. Los lácteos también pueden incrementar la producción de gases, así que, si se tiene tendencia a la flatulencia, reduciremos el consumo de leche a 1 vaso al día y otra ración de lácteos en forma de yogur natural o bebida fermentada como el kéfir, que van a contribuir a mejorar la flora intestinal y las digestiones. Se deben evitar los quesos curados o grasos, los untables o preparar los alimentos con salsas muy elaboradas con lácteos, en fritura o con mantequillas.

Comidas sencillas y constancia en los buenos hábitos, los pilares para un abdomen menos hinchado

Las pautas son sencillas y no requieren medidas extraordinarias, pero no por ello son menos eficaces ni se debe desconfiar de sus potentes beneficios para la salud precisamente por su simplicidad . La cuestión es que estas normas básicas hay que llevarlas a cabo todos los días y de manera continuada, lo cual no siempre es posible, sobre todo con el ritmo de vida ajetreado que  llevamos.

La pauta básica radica en evitar en la alimentación los azúcares refinados, las grasas saturadas y las comidas precocinadas (sándwiches de máquina, hamburguesas, pizzas) o excesivamente elaboradas (macarrones con varios quesos, filete empanado con salsa y patatas fritas, platos demasiado grandes de cocido con predominio de la carne…).

Lo mejor es realizar 5 comidas al día con moderada cantidad de comida en cada una de ellas e intentar que los platos sean lo más sencillos que se pueda y con los menos aditivos, salsas o aceites posibles.

Tomar como postre un poleo menta o una infusión de tomillo o melisa puede ayudar a mejorar las digestiones

En vez de terminar las comidas tomando un postre azucarado o una taza de café, sería más recomendable sustituirlo por una infusión digestiva como la de menta. anís común o estrellado, poleo blanco o la clásica manzanilla. Ayudan a combatir la inflamación intestinal y disminuyen las flatulencias, además de aportar 0 calorías (si se toman sin azúcar).

No debe faltar en la dieta la fruta, hasta 3 piezas al día. Tomarla antes o después de las comidas no va a cambiar su calidad ni sus calorías y dependiendo de cada persona o la comida que haya realizado, le sentará mejor o peor tomarla antes o después de haber comido. Y no olvidar incluir en algún momento del día un yogur natural no azucarado o una bebida de Kéfir.

Recordad que una equilibrada flora intestinal es la base de una buena alimentación.