Una de cada cuatro personas tiene onicofagia, o lo que es lo mismo, se muerde las uñas. Lejos de producir únicamente un problema estético, comerse o morderse las uñas, así como los padrastros, puede tener complicaciones serias:

  • Alteración permanente de la uña: la uña nace en la matriz (la zona donde está la cutícula) y, si esa zona se mantiene inflamada durante mucho tiempo, dejará de producir tejido ungueal de forma normal. Así, la uña quedará para siempre alterada, fea.
  • Infecciones periungueales: al mordernos la uña y, sobre todo, la piel de alrededor, nos hacemos pequeñas heridas, que son puertas de entrada para bacterias que andan a sus anchas por nuestra piel y, más aún, en nuestra saliva. Además de bacterias, podemos contagiarnos con más frecuencia de virus, como herpes (se llama panadizo herpético) o virus del papiloma humano, que produce verrugas.
  • Inflamación e infección de las encías (gingivitis): a las encías también llegan los microorganismos que se encuentran en las uñas.
  • Alteraciones en los dientes: estos se descascarillan, deforman y el esmalte se altera, lo que puede llevarnos a una maloclusión o mala mordida.
  • Mayor riesgo de bruxismo y alteraciones de la articulación de la mandíbula.
  • Malestar psico-social: el deseo irreprimible de la persona por morderse las uñas, a veces, hace que sienta vergüenza por estar o hablar en público, y que condiciones sus relaciones personales.

La causa suele ser desconocida, pero sí pueden influir muchos factores:

  • Estrés
  • Tensión
  • Ansiedad
  • Problemas personales, familiares

Así, la perdona se muerde las uñas de forma compulsiva, liberando su ansiedad de esa manera. Es consciente de que no debe hacerlo, pero no puede evitarlo. Además, se ha llegado a considerar un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

El tratamiento de esta mala costumbre es muy difícil. Algunos consejos que son efectivos:

  • Identificar causas y, si hay situaciones que generan ansiedad, intentar eliminarlas
  • Hacer ejercicios de relajación
  • Mantener las manos ocupadas. Cuando estamos con las manos libres, inconscientemente y sin pensarlo, nos las llevamos a la boca
  • Marcarse como reto conservar las uñas, mantenerlas arregladas y, si eres mujer, pintadas
  • Terapia psicológica, para intentar modificar la conducta, controlar los nervios y relajar la ansiedad
  • Algunos psicofármacos que son útiles para los trastornos del control de los impulsos también pueden ser útiles en este caso.