La entrada de hoy está dirigida al ESTRÉS, un problema por desgracia muy frecuente en la sociedad actual y que puede acabar ocasionando graves problemas de salud.

Lo primero de todo es definir qué es el estrés. Las personas tenemos un sistema de alerta que se pone en marcha ante las situaciones de estrés y que puede provocar distintas reacciones psíquicas y físicas como el aumento del estado de alerta, del tono muscular o de la frecuencia cardiaca y respiratoria. Este mecanismo de alerta tiene una finalidad adaptativa sin la cual no habríamos podido sobrevivir en nuestros inicios evolutivos y que nos hace responder de forma adecuada ante determinados cambios o situaciones de peligro.  Pero cuando esta reacción se prolonga en el tiempo se convierte en un problema porque genera un estado de alerta constante que acaba siendo perjudicial para nuestra salud mental y física.

La palabra estrés significa tensión, que puede ser tanto emocional como física Click Para Twittear

¿Cuáles son los cambios o situaciones que nos producen estrés?

Cualquier tipo de cambio, tanto negativo como positivo, puede causar estrés. Algunos ejemplos pueden ser situaciones tan diversas como cambios en el trabajo (problemas, ascensos, despidos…), celebración de una boda, divorcios, separación o enfrentamientos con la pareja, enfermedades propias o de personas que nos rodean, problemas económicos, el nacimiento o los cuidados de un hijo, organizar e ir de viaje, realizar una mudanza, tener que estudiar o hacer exámenes y pérdidas de un ser querido. Pero los mismos cambios no afectan de igual forma a las personas. Hay determinadas situaciones que unas personas las viven con mucho estrés mientras que a otras apenas les afectan.

¿Qué tengo que hacer para aprender a manejar el estrés?

Hay que aprender a identificar las señales que nos avisan de un posible exceso de estrés. Estas señales pueden ser de tipo emocional: cansancio, tristeza, mal humor, ira, agresividad, ansiedad,  inquietud, nerviosismo, pesimismo o conflictos en las relaciones con los demás. Además pueden existir señales físicas de estrés: sudor, palpitaciones, contracturas musculares, dolor o ardor de estómago, dolor de cabeza, cuello o espalda e insomnio. Si nos encontramos con alguna de estas estas señales, debemos reconocer sus posibles desencadenantes e intentar controlarlas antes de enfermar. Esto dicho así parece muy fácil, pero no lo es. Tenéis que realizar algunos cambios en vuestros hábitos y formas de pensar así como aprender recursos y habilidades para enfrentaros a estas causas. Si lo consigues, el esfuerzo merecerá la pena:

  • Enfréntate a los problemas y no mires para otro lado

Analiza los problemas con calma, intenta resolverlos y acepta si no los puedes cambiar.

  • Ten una actitud positiva y déjate ayudar por los demás

En vez de preocuparte, deberías ocuparte. Intenta ver los cambios  como un reto, no como  una amenaza. Confía más en  la gente. Comparte tus emociones con los demás. No te aísles. Es muy útil hablar con personas que han pasado por situaciones parecidas. Relativiza y recupera el  sentido  del humor.

  • Aprende a decir NO

Es muy importante marcar tus límites. No siempre tienes por qué cumplir con las expectativas y deseos de los demás.

  • Realiza técnicas de relajación

Las técnicas de respiración, el masaje y otras actividades como la práctica de ejercicio físico son  relajantes y muy útiles para liberar la tensión.

  • Disfruta cada día y cuídate

Reserva  a diario un tiempo para realizar alguna actividad que te guste (leer, ver series o películas, ir al cine o al teatro, escuchar música, salir con tus amigos, ir al campo, ver exposiciones, viajar, pintar…) y hazlo sin prisas.

Haz ejercicio de manera regular.  Es la forma más saludable de  aliviar la energía y la tensión acumulada. Come y bebe con moderación. Puede parecer que el alcohol y el abuso en las comidas reducen el estrés pero en realidad lo aumentan.

Duerme lo necesario.  Al menos entre 7 u 8 horas diarias. Haz descansos en el trabajo.

Evita el exceso de estimulantes (como cafeína, alcohol, etc.) y deja de fumar (la nicotina es otro estimulante más y provoca también síntomas de estrés).